BIENVENIDOS A MAL COMIENZO.
Pues sí, con un título homenaje a un libro que no nos hemos leído ninguno de los cinco ("Bienvenidos a horrible final", que promete engancharnos tanto como los tantas veces mentados aquí "Una serie de catastróficas desdichas" o "Harry Potter"), vamos a hablar del sitio que le ha dado forma al Yogourth.
Y ese sitio, queridos amigos, no es otro que ALAMEDA DE OSUNA, extraño barrio de Madrid cuyas calles hemos recorrido en silenciosos paseos una, y otra, y otra, y otra, y otra vez sin encontrar nunca semejantes, como si fueramos una sonda en el planeta rojo. Bueno, hemos conocido gente aquí, no vamos a decir que no. De hecho, este post está inspirado por un hombre muy ingenioso cuyo blog deberían de visitar YA, aunque sea para ver por fin la pizza hi-fi en el horizonte.
Alameda de Osuna es un lugar de esos que curten. Es como nacer en Stalingrado en plena batalla, en el asedio de Troya, o en la aldea de los malditos, pero con una amarga y perenne sensación de anticlimax, con la certeza de que todas las horas que pases físicamente allí serán completamente irrelevantes. Por eso nosotros cinco cogemos el autobús 115 siempre que podemos y escapamos a algún otro lugar, el que sea, casi a diario. Bueno, por eso y por nuestros centros de estudios.
La población de Alameda de Osuna se compone casi exclusivamente por gente que parece salida de la Posada del Fin de los Mundos pero de mal rollo, raperos de mentira, nazis de mentira, pijos de mentira, y algún perroflauta y/o jipilondio que dale de comer aparte. Es gente que se mueve principalmente por el barrio, con gente del barrio, que no conocen nada que pase de la Avenida de Logroño y que miran raro, siempre, a la mínima de cambio. En nuestra calle hay un practicante que siempre está en el portal de su bloque, charlando siempre con un señor muy majo cuya hija es una psicópata malnacida (que se lo digan a Trampitas), y antes había un señor hablando a voces con Dios o algo así, que ahora debe de estar muerto. Y había una via del tren pero la han quitado para hacer un paseo verde o un macroaparcamiento, no sabemos en qué quedó la cosa.
Tenemos un instituto y dos colegios (antes eran tres, el nuestro fue absorbido por el intsituto) públicos, mas un tercer colegio privado donde tuvimos el dudoso honor de conocer a las personas más repugnantes de la Creación.
Y además, tenemos sitios que nadie más tiene en Madrid. Tenemos el parque del Capricho, donde nos gusta pasear en plan eduardiano los domingos por la mañana, el parque de las naciones, por donde corremos en comandita quejándonos del flato cada tres metros, tenemos un cementerio canijo al que nunca logramos entrar, con un solo ciprés y muchas tumbas derruídas, una capilla que parece un decorado de la Hammer, en cuya puerta celebramos nuestras reuniones, un bunker lleno de pintadas que es donde nos ponemos a leer o directamente a relajarnos tarde sí, tarde también, un castillo medieval casi en ruinas donde nos escondíamos años ha cuando todo iba muy mal, y una especie de montaña de ladrillos, hierbajos y residuos que es desde donde contemplamos todo lo anteriormente mencionado, incluyendo la Peineta, que está muy lejos.
En definitiva, que como sitio anticlimax, está bastante bien, y parece que estás en los primeros minutos de "Donnie Darko" o "Terciopelo azul" todo el rato, lo cual es toda una garantía de surrealismo.
Pero lo mejor de todo es que desde la cotidianeidad de un barrio bastante aburrido, nos dedicamos a hacer nuestros planes, a luchar contra la mixtificación, a revelar secretos sobre el rumbo del mundo, a la luz del día, sentados en un parque o en la entrada de una capilla, y nadie se da cuenta.
Sin duda, elegimos un buen lugar para nacer.
PD: En el siguiente post, fotos de los lugares mencionados. Faltaría más.
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